martes, 17 de febrero de 2009

Canto de LOCO (diez años después) - I

El sábado 31 de octubre de 1998 fue la noche de un día difícil. Por la mañana, mi mascota visitaba al veterinario por última vez... y pasado el mediodía, era yo el encargado de cavarle una fosa en el jardín de la casa para su eterno descanso. No me hallaba entonces con el mejor de los ánimos cuando poco antes de la medianoche, prendí la tele tratando de despejar la mente de abatidos recuerdos y toda esa onda depre que arrastra consigo la pérdida de un inolvidable "miembro" de la familia.

Tras el zapping de rigor, ya nada me sorprendía. Ochentitantos canales de cable y ninguno ofrecía una interesante alternativa para pasar el rato: películas que en general nunca llamaron mi atención (y menos sí semana tras semana venían repitiéndolas incontable número de veces), novísimos canales dirigidos a un "público exclusivo" (del tipo: cómo decorar las macetas de casa en mil diferentes estilos, o cómo hacer más apetecible y vistoso un dietético guiso de 50 gramos) rayaban más como guasa de mal gusto que como una alternativa seria a considerar. Y bueno, la vida animal silvestre -y su desagradable paso por la carnívora cadena alimenticia- no me parecía lo más apropiado de sintonizar en esos momentos. Lamentablemente, ya por esos días MTV (tal vez el único canal que despertaba mi interés aquellos años) mostraba escalofriantes síntomas de que las cosas iban de mal en peor: la aplastante difusión de bandas latinas y sus novísimas propuestas en el rock & pop alternativo, poco a poco empezaban a desaparecer. Los shows Unplugged de indiscutible manufactura, comenzaban ya a malbaratearse tras la llegada de churretas mediáticas como Shakira, Alejandro Sanz o Diego Torres (¡!), y por su alguna vez digna pantalla comenzaban a transmitirse no sólo videos de Ricardo Arjona, Paulina Rubio, La Oreja de Van Gogh y demás adefesios... sino que su programación empezaba a infestarse de extraños programas -realitys que le llaman, cada cual más estúpido que el otro- que tristemente empezaban a ganar terreno, pasando a convertirse en una moda endémica de la cadena (distintivo que por desgracia ostenta hasta el día de hoy).

Con un canal menos que contar y presentando los demás poco atractivas alternativas, tal parecía que esa noche estaba condenado a ir a la cama antes de la medianoche. Sin embargo, grande sería mi sorpresa cuando de pronto mi insumiso zapping se detuvo en una extraña imagen. Un cuadro que más bien recordaba a una risueña postal navideña. Parecía una animación hecha a base de cartulinas de colores y recortadas de tal forma, que daban vida a lo que parecía ser un pueblo cubierto de nieve por todas partes, con pequeñas figuras redondas retozando rígidamente en pantallas, enfundados en gruesos ropajes y con movimientos que los mostraban a medio camino entre la torpeza y la ternura. Pero lo más bizarro de este cuadro no era sólo su animación, sino la temática de su episodio: tres niños que discutían sobre la "homosexualidad" de la mascota de uno de ellos (un perro de nombre "Sparkie"), las airadas opiniones de los adultos del pueblo sobre tan controversial tema -un homofóbico maestro de la escuela primaria donde estudiaban, un cocinero sibarita de inoportunos comentarios eróticos y amigo cercano de los pequeños... ¡hasta un tipo abiertamente gay autodenominado "Gran Pato Al"!- y que además culminaba con un mensaje, haciendo un llamado a la tolerancia y comprensión ante las diversas opciones sexuales que se presentan entre todos los seres de este mundo (sean estos humanos o mascotas).

No cabía duda. Lo que tenía ante mi pantalla no era otra bobería más. Era completamente diferente a todo lo demás con lo que me había topado antes. Sarcástico, mordaz, inteligente, divertido y hasta subversivo (¡con moraleja incluída!): todo bajo la exacta dosis de simple, "dulce" y encantadora estética. Se trataba indudablemente de South Park (programa que sentaría un hito en lo que a animación y programas-orientados-a-público-adulto se refiere). Y el canal por el que había caído en ese momento, era el novísimo -para mí y para muchos de ése entonces- LOCOMOTION.

Cuentan las crónicas que LOCOMOTION inició su transmisión en Latinoamérica a finales de 1996. Y como tantos canales más de aquellos años, el público que perseguía era inicialmente infantil. Algo así como un canal de perfil "retro", mostrando en vitrina dibujos clásicos del siglo pasado y que hasta el día de hoy siguen manteniendo un público cautivo en pantallas. Animados como Cool McCool, Félix El Gato (el popular show de la década de los 80s, no la lisérgica versión que Cartoon Network se empeñó en transmitir a mediados de los 90s) y El Show de Rocky & Bullwinkle, desfilaron por su programación de lunes a domingo durante las 24 horas del día, probablemente con la finalidad de capturar un público infantil (y no tan infantil) que buscaba una opción diferente ante la fuerte competencia que en aquel entonces desfilaba en las parrillas de programación de otros canales de cable. Idea ciertamente válida, si tomamos en cuenta que por aquellos años los dibujos infantiles "de moda" eran visualmente horrendos y grotescos, de estética notoriamente feísta y matices cromáticos por demás insufribles (como la ya mencionada nueva versión de Félix El Gato, La Vaca y el Pollito, Bob Esponja, Rugrats y otras "genialidades").

Al parecer esta idea no rindió los frutos esperados, y poco después la programación de LOCOMOTION amplió el espectro de su público objetivo. Ya no sólo se dirigiría a un público infantil (que, valgan verdades, cada vez disfrutaba de más alternativas con otros canales que, con sólo agregar a su nombre oficial la palabrita KIDS capturaban una mayor audiencia), sino que además decidieron contar con el insospechado público adulto (aquellos que simpatizaban con un humor pródigo en gags, sátiras y demás referentes al mundo cotidiano, como el de Los Simpson, por ejemplo) y que de pronto, podrían conquistar si además se les acercaba a la exploración del insólito mundo de la animación. Vaya uno a saber si esta jugada fue premeditamente estudiada, o simplemente una salida momentánea hasta un próximo (y esta vez rentable) relanzamiento de la estación. Pero lo cierto es que, dicha programación marcaría dramáticamente el destino del canal: para bien, según la mayoría -me incluyo- o para mal -según otros-, quienes veían cómo sus clásicos dibujos favoritos poco a poco comenzaban a perder protagonismo, para dar a paso a cortometrajes de animación cada vez más enigmáticos, excéntricos y hasta cierto punto censurables.

Y como señalé líneas arriba, este cambio de programación en LOCOMOTION -a la sazón, el que quedó en la retina de muchos de sus televidentes-, fue lo que marcó la esencia misma del canal. Ese espíritu crítico, travieso y mordaz, deslizado sorprendentemente bajo el formato de animación, es el que muchos de nosotros recordamos bajo cierta nostalgia y no poco orgullo de haberlo disfrutado por buen tiempo desde la comodidad de nuestro hogar; sin contar además con el enorme placer de impactar nuestros sentidos con "la mejor animación del planeta" a cualquier hora del día. Imágenes que marcarían nuestras vidas como un punto y aparte, un antes y un después, un de aquí en adelante. Y es que, LOCOMOTION marcó un referente en la historia de la televisión por cable. Un canal que inevitablemente se hallaba destinado a alterar el curso de muchas de nuestras vidas -y que sólo quienes lo gozamos plenamente comprenderán a lo que me refiero-, con resultados tan disímiles como inimaginables. Probablemente, hasta el día de hoy.


Debo sincerarme que en su momento, no me consideré un fan de LOCOMOTION. Y es que, cuando recién noté que aparecía como un canal más en la tele, no me detuve mucho en su propuesta. Era cierto que presentaba esos dibujos animados antiguos -de esos que "nunca pasarán de moda"- y que de alguna forma gozaban de mi simpatía. Pero también mostraba "extraños" cortos animados (cada cual más estrambótico) que al comienzo sólo invitaban a una modorra de antología. Pero poco a poco, empecé a notar que no todas las animaciones presentadas eran necesariamente sosas, complejas o absurdas. El concepto mostrado insistentemente en su programación no era el de un canal que presentaba "dibujitos" que, entre programa y programa, pasaba extravagancias animadas en plan de relleno. LOCOMOTION se autoproclamaba el mejor canal de animación y lo demostraba una y otra vez, con una programación que cada vez se tornaba más interesante. Allí estaban las terapias del Doctor Katz -bajo un formato proyectado al límite de la epilepsia-, las experiencias de El Cabezón (The Head) que parecía arrancado de una historieta subterránea, las aventuras en masilla de esa telenovela animada de corte (demasiado) adulto llamada Crapston Villas, las desventuras de un desafortunado crítico de cine en The Critic (que incluso superaba en cuotas de humor a los recalentados The Simpson), las disparatadas aventuras de aquel par icono del humor negro (con guiños a la animación de Tex Avery en los 50's) conocidos como Ren y Stimpy... en fin. La lista continúa, y más de uno que se encuentre leyendo está página podría agregar mejor que yo, una mejor y detallada selección.

¿Y qué decir de los demás dibujos? ¿Qué hay de aquellos "clásicos" que gozaba buena cantidad de décadas en antigüedad y que comenzaban a "dejarse de lado"? Pues bien, a mi modesto parecer creo que nunca ocurrió tal cosa. Las animaciones de vieja guardia continuaron rotando en la programación de LOCOMOTION, al punto que los mismos programadores del canal no se les ocurrió mejor idea que incluirlos en ingeniosas pautas comerciales, "declarando" lo bien que se sentían dentro de este canal. Así veíamos a personalidades "veteranas" en el mundo de la animación, confesando en pantallas lo felices que se encontraban de formar parte del mundo (¿o universo?) LOCOMOTION, así como también soltando una que otra jocosa "infidencia" que vivían tras bambalinas. Estrellas de la talla de Félix El Gato, Popeye El Marino y Bullwinkle el alce, desfilaban entre cada programa con comentarios de muy buen tino, originalidad y simpatía, que muchos celebrábamos con más de una sonrisa cada vez que nos los topábamos en pantallas. Y esa extraña convivencia entre dibujos -con toques naif- del pasado, excéntricas animaciones de todas las décadas (sea esta en papel, masilla o digital), y la extravagante e incensurable temática de los dibujos del presente, encajaba extraordinariamente con la oferta de LOCOMOTION: la más completa muestra posible del mundo de la animación. Epígonos como Locotomía (segmento donde se transmitían cortos animados y trabajos experimentales de indiscutible calidad mundial) y Retromotion (espacio que daba lugar a clásicos como Betty Boop, Beetle Bailey y Hagar El Horrible en formato de treinta minutos a una hora) bien podían resumir los límites -si es que alguna vez tuvo alguno- que abarcaba su programación. ¡Si hasta olvidadas series de animé como Cliffhanger y El Barón Rojo (Red Baron) encajaron perfectamente durante su transmisión!

LOCOMOTION dejaba entonces de ser en una simple opción más en la aburrida lista de canales de cable, para convertirse en un complejo y excitante universo a aquellos quienes era imposible no dejarse atrapar por las infinitas alternativas del mundo de la animación provenientes de diferentes ciudades de Latinoamérica, Estados Unidos, Europa... y hasta del mismísimo Japón. Insospechada iniciativa que pocos años después terminaría por fagocitar la excelente programación de esta extraordinaria estación.


Otra de las cosas novedosas del canal, era la aparición de una suerte de anfitrión que, entre programa y programa o durante los cortes comerciales, hacía de las suyas con sus trastornados comentarios. Loco era una animación computarizada en 3D que asemejaba a un desequilibrado mental, recluido en una suerte de manicomio tapiado de acolchonadas paredes en tono verdoso, y que por momentos daba la escalofriante impresión de hallarse abandonado a su suerte en pleno espacio exterior. Nunca se nos explicó la historia de este "loco", ni cómo apareció allí; mas por sus fachas asemejaba a un muñeco hecho de trapos, cuasi inofensivo, y que por momentos soltaba declaraciones algo descabelladas, rayando incluso con lo sedicioso. Y casi siempre al finalizar su pequeño discurso, lo hacía bajo una sonrisa entre sarcástica y tétrica... que por momentos recordaba al terrible bozal que ocultaba las tenebrosas fauces del mismísimo Hannibal Lecter.


Pero Loco no era tan peligroso. Se trataba simplemente de la mascota del canal, con una personalidad tan inocua que hasta su propio juguete portaba (una diminuto muñeco que no era otra cosa que una versión más pequeña de él mismo, hecha también de trapos) de nombre Loquito, a quien muchas veces dirigía sus locuaces ideas en voz alta, sin importarle que lo escuchase alguien más (la pregunta cae de madura: ¿habría alguien más en aquel sórdido lugar que pudiese oír semejantes monólogos?). Sin embargo, la idea de popularizar una "mascota" o "host" que posicione en todo momento la imagen y logo del canal no era tan desquiciada después de todo. Hasta tomábamos con buen humor algunas "anécdotas" relatadas por este extravagante personaje, contándonos en un par de minutos -y bajo un inocultable acento caribeño- sus insólitas experiencias al lado de otras figuras vinculadas al canal, como el no menos famoso Doctor Katz, o alguno que otro gamberro de la pandilla South Park.

Y precisamente en South Park es que me detengo de manera muy especial. Originaria de Estados Unidos (gracias a la dupla Trey Parker-Matt Stone), este programa presentaba -a modo de precaria animación y guiones irreverentes- las extrañas correrías de un grupo de niños en un olvidado pueblo del estado de Colorado, cuyo nombre sea acaso el de más amplia recordación en estos últimos diez años. Las polémicas situaciones que presentaba cada uno de sus capítulos (de perfil irreal y grosero, y que debido a su contenido nadie debía ver) quizá hubiese ocasionado que ningún canal de cable en Latinoamérica -muchos de ellos por ese entonces, con una "honorable" reputación que sostener- acariciara la remota posibilidad de incluirlo en su programación. O peor aún, luego de dar aquel temerario primer paso, confiar que tal idea funcionase en un público tan... digamos conservador, como suele ser gran parte de nuestros países al sur de EEUU. Ningún canal de cable convencional, de esos que hasta el día de hoy existen en nuestra aburrida y globalizada televisión, lo hubiese intentado. Nadie, excepto uno.

Lo interesante de LOCOMOTION era que, al arriesgarse a transmitir un programa de contenido tan "fuerte" como South Park, no lo lograría de forma tan sencilla. Como tampoco lo fue -imagino- el trabajo de su adaptación al idioma español. Generalmente, en casos de "lenguaje explícito", muchas empresas de doblaje de voz adecuan algunas palabras o diálogos, para que el producto final no resulte tan chocante y obtenga una mayor aceptación en el mercado (tal y como lo han venido haciendo por bastantes años las empresas de doblaje mexicano, reconocidos líderes de este rubro). Cosa algo difícil en el caso de South Park, pues las situaciones y diálogos de alto calibre, así como las palabras soeces utilizadas en cada episodio, eran parte de su leit movit. ¿Cómo hacer entonces, para adaptarlo al español de Latinoamérica sin sacrificar ni mutilar su contenido? Aquí es donde la cosa ya no me queda tan clara y agradeceré algún comentario de algún lector que ilustre mejor lo que realmente ocurrió.

Por aquellos años, la sede administrativa de LOCOMOTION se encontraba en Estados Unidos (más exactamente en Miami) y lo más probable es que ocurrieran tres cosas: 1) Contaron con los servicios de una empresa de doblaje en dicha ciudad, 2) Se optó por doblar el programa en Venezuela (donde existe una fuerte competencia alternativa ante las obtusas políticas del doblaje mexicano), o 3) El doblaje estaría a cargo de los propios locutores del canal. En cualquiera de los casos, es válido considerar que algunas voces que participaron en esta tarea ya las habíamos escuchado en otros interesantes trabajos de doblaje hechos en el país del joropo (entre animados, documentales y varias telenovelas brasileñas). Por tanto, el matiz de acento neutro utilizado en South Park era fresco, novedoso y con tremendo atractivo para quienes escuchamos estas singulares voces por primera vez. Y lo interesante de todo esto, es que muchas de éstas voces que escuchábamos en cada episodio de South Park, también las oíamos locutando en otros spots comerciales de LOCOMOTION. Así teníamos por ejemplo, la voz de "Chef" rebotando en varias cuñas del canal o anunciando el horario de otros programas, o del mismísimo "Maestro Garrison" dictándonos los pasos para realizar una buena animación entre las tandas comerciales (por cierto, ¿alguien tiene más datos sobre estos buenísimos actores de voz?), dándonos por momentos la fortuita impresión de que South Park era una manufactura propia del canal.

Y es que ¿quién no sintió esa familiaridad al ver alguno de los episodios de South Park transmitidos desde LOCOMOTION? ¿Quién no reparo que, efectivamente, LOCOMOTION era el merecido y natural hogar de South Park? ¿Quién no disfrutó con los episodios de sus primera temporadas -a mi modesto juicio, LAS MEJORES- transmitidas en este canal? Ahí están por ejemplo: la venida del anticristo y su padre Lucifer al desconcertado poblado, la catastrófica batalla contra Mecha-Streisand al invadir la ciudad, la lucha contra los zombies en la noche de Halloween (y con un divertidísimo "Chef" parodiando la coreografía de Thriller), el revuelo causado por la llegada de la nueva Miss Ellen o por la visita de la misma Kathie Lee Gifford, el arribo por error de un niño etíope bautizado por la pandilla como "Paco El Flaco", la visita navideña del entrañable Señor Mojón, o el episodio doble -y con suspenso- sobre quién era el verdadero padre de "Eric Cartman" (por cierto, ¿por qué diantres cambiaron después su estupenda voz de aquellas temporadas? ¡¡¡ERA GENIAL!!!).

En LOCOMOTION, cada dibujo, cada serie, cada nueva animación transmitida era una vuelta de tuerca exacta en su dinámica programación. Y ahora, South Park se transformaba en otro identificativo más, en el inseparable y necesario caballito de batalla para continuar a la vanguardia televisiva, convirtiéndose desde ese momento en una tenaz y perfecta alternativa ante la soporífera competencia de canales de entretenimiento que (no) existían. Y ninguno de quienes gozábamos con este sorprendente y excepcional catálogo de programación, reparamos por un maldito segundo siquiera, que el final estaba más cerca de lo que alguna vez sospechamos...

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Hola!!! He perdido tu número de celular. Podrias mandármelo a mi correo(octagonza85@hotmail.com) por favor???

Ojalá que podamos comunicarnos pronto.

Cuidate

Josega :)

Unknown dijo...

Comparto tu dolor ante la perdida de este exelente canal.
Pero aun podemos ser felices (yo lo soy) soñando en aquellos dias cuando aun podiamos disfrutar de todo lo que nos ofrecia LOCOMOTION.
Gracias por hacerme recordar buenos tiempos.

Unknown dijo...

Debo admitir que recien me he dado el tiempo para leer. Una vez mas admiro y reconozco el endiablado talento que tienes hasta para narrar, con discreta nostalgia, el pasado de un canal que producto del paso de los años y la seudo moral de los medios, cambio. Escribe siempre, mauricio.

Por cierto, acabo de publicar un cuento que estaria bueno lo leyeras y compartieras conmigo tu opinion. No voy a adelantarte nada porque quiero que lo leas sin tener ninguna expectativa. De esa forma tu respuesta sera real y no fantaseada por el respeto que tienes por los demas.
el link:
http://ahoraqhago.blogspot.com/2009/07/eterno.html