domingo, 23 de abril de 2006

No Necesito Verte
(Para Saberlo)


Después de mucho tiempo y luego de tantas postergaciones, por fin me doy abasto de escribir aquí (y ojalá pueda también terminar este post hoy mismo). Hubieron muchas razones las cuales obligaron a distanciarme de este rincón tan personal para mí, y desde ya ofrezco mis más sinceras disculpas a todos aquellos poquísimos amigos que siempre se han dado el tiempo de visitarme frecuentemente por aquí, volcando sus acertados comentarios (que demás está decir, son recibidos con mucho placer por quien escribe). Lamento pues haber "abandonado" esta frecuente entrega de confesiones -tarea que de por sí me encanta desempeñar-, pero como suele decirse en casos como estos, fueron cuestiones ajenas a mi voluntad las que me imposibilitaron continuar.

La verdad que durante todo este tiempo de ausencia, poco hay que destacar. Unos cuatro o cinco post sin concluir -de los cuales aún guardo la esperanza de culminar convenientemente-, otras tantas ideas que aún no termino de esbozar en mi otro blog (que dicho sea de paso, se encuentra más abandonado que éste, nuevamente mil disculpas) y bueno... entre tantas ocupaciones en las que me he envuelto por estos días (llámese cuestiones de hogar, estudios y demás) lo que más me ha faltado es TIEMPO. Aunque creo que también algo ha tenido que ver el hecho de que, parte de ese motor que me impulsaba a escribir día a día sobre mis experiencias -llegando incluso a límites morbosos-, hoy por hoy se encuentra afortunadamente muchísimo más apagado que -por ejemplo-, hace un año o dos.

Durante mi autoexilio voluntario de la blogósfera, pensé muchas cosas. Una de ellas era continuar este blog cronológicamente con la "trama" de las cosas que han ocurrido desde mi último post. Luego deseché la idea porque la verdad, me causa cierta modorra y hasta algo de urticaria escribir en estos momentos sobre lo que sucedió luego del 23 de diciembre del año que pasó. Todo muy lindo, muy romántico, eso sí. Pero como que hoy, no me encuentro tan "inspirado" para abocarme en detallar lo sucedido luego de aquel día (y siguientes) comentado en aquella oportunidad. Lo cual, ojo, no quiere decir que deseche por completo la idea de escribir sobre este último verano que ya no volveremos a ver más (paciencia Capitán Harlock, pues yo también deseo que "Tierna La Noche" vea la luz aquí pronto). Espero pues, amigos lectores, calmar sus ansias y curiosidad en ese ítem muy pronto.

Y bueno, como para cuestiones marketeras soy pésimo, les adelanto que nuevamente Diego y yo estamos separados. Por una nimiedad, es verdad (tanto así que no vale la pena siquiera perder el tiempo entrar en detalles), pero como que a estas alturas, todas estas trivialidades que provocan nuestros cada vez más frecuentes distanciamientos, ocultan un trasfondo tan diáfano que sería torpe seguir cegándome, hacerme el tonto e iluso y dejar pasarlos por alto una vez más.

He desterrado a Diego de mi vida hace ya más de dos meses, y la verdad, muy pocas veces me he puesto a pensar en él. Y a diferencia de antaño -que por cada pelea o discusión que armábamos, luego de algunas semanas me la pasaba tontamente suspirando por su ausencia-, pues ahora ando abocado a cosas mucho más interesantes y productivas. No quiero caer en la frase cliché de "todo el tiempo que torpemente perdí por su culpa", porque la verdad, la culpa no fue tanto suya, sino mía. Fui yo quien durante la última vez que nos distanciamos, lamentó profundamente su ausencia. Fui yo también quien lo extrañó en demasía día tras día y quien vanamente maldecía ante Dios y al destino por la crueldad de permitir que Diego se comportase de forma tan indolente con alguien que durante todo el tiempo que lo conoció, solo supo colmarle de atenciones, sin esperar absolutamente ningún beneficio a cambio.

Pero vamos, ya lo pasado pisado. Desde la última vez que lo vi personalmente, a comienzos de febrero de este año y luego de otras tantas cargadísimas discusiones por messenger (poco más de treinta días después), pues no he vuelto a tener noticias suyas más o menos desde comienzos de marzo de este año. Y créanme que, me alegra muchísimo llevar las cosas tal y como hasta ahora, dedicándome a una y mil cosas... menos a recordarlo tan infaustamente como antes. Y es que, contra lo que muchos puedan pensar, sencillamente ya no me nace pensar tanto en él como antes: con esa enfermiza vehemencia, esa pasión desbordada y unas enormes ganas de querer cogérmelo en la cama alguna vez. Ese "amor" (entre comillas, por llamarlo de alguna manera) y deseo carnal, poco a poco han sido mellados por la sensatez, la cordura y por qué no decirlo, por la inteligencia también.

A diferencia de esa lamentable etapa en que me conectaba a la red -meses atrás- con la remota pero febril esperanza de querer encontrármelo on line por el messenger y conversar con él siquiera unos minutos, pues cuando ahora entro a internet, lo hago bajo un torbellino de ideas en la cabeza: leer mis e-mails, conversar con uno que otro compañero (a) de mis contactos, checar lo último en interesantes softwares para descargar, buscar algunos mp3 interesantes por ahí... en fin. El tiempo se me pasa volando cuando entro a la red... y si de pronto me quedaba algunoas minutos, checaba con cierta nostalgia mis abandonados blogs, que pienso no merecían un desamparo tal. Y todo por el hecho egoísta de dedicarme a otros menesteres ajenos a mi actividad bloggera. Me prometía a mí mismo que "al día siguiente" me daría un tiempo para escribir alguna novedad... pero durante la semana, otra vez el tiempo no daba para más.

Quizás la única vez que me sentí algo mortificado fue cuando entré al messenger una tarde, a comienzos de marzo, durante la última discusión que tuve con Diego. "No te entiendo, la verdad ¡Qué es lo que quieres de mí, por Dios...!" fueron una de sus últimas frases. "Sinceramente, ya nada", respondí. Y es que momentos antes, Diego no se cansó de dispararme ofensas y calificativos poco inteligentes (entre insultos) como torpe respuesta, luego de haberle recordado cuán ingrato y desconsiderado se ha comportado conmigo después de TODO lo que había hecho yo por él, desde que nos conocemos.

La verdad, sus insultos no me dolieron. Mucho menos su actitud irascible, o que me recordara que sigue pensando que soy un "enfermo", por el simple hecho de haberle confesado mis sentimientos alguna vez. Quizás hace unos meses atrás, una actitud como la suya me hubiese tumbado en una depresión colosal. Pero aquella tarde (mucho menos hoy), nada de eso ocurrió. A lo mucho, sentí cierta pena porque alguien como él se expresase así de otra persona (muy al margen de que se tratase de mí). Cierto, la cosa pudo haber sido producto de las circunstancias, quizás se encontraba de mal humor en ese momento, o no tuvo un buen día, o qué se yo... Pero esta actitud suya, corroboraba lo que tiempo atrás sospechaba y no quise entender completamente. Y es que no puedo seguir esperanzándome en alguien que en el fondo sigue pensando que mis sentimientos forman parte de alguna anomalía. Cualquier individuo con un pensamiento tan cavernario como ese, sencillamente no merece ni la más mínima atención de mi parte. Así me lo haya dicho "de la boca para afuera", creo que ni en broma debería manejar tan temerarias aseveraciones. Y si bien no me duele tamaña estupidez de su parte, pues decepciona. Eso sí.

Pero ello no me sorprende, la verdad. Su declaración no es sino la punta de un iceberg que muestra lo que realmente es, y sobre todo, refleja fielmente -o da un alcance, por lo menos- de lo que en verdad piensa sobre mí. Y por lo último, señala además un curioso grado de equilibrio mental (¿es común que "A" acuse a "B" de "enfermo" -sexual supongo- y a sabiendas, meses atrás "A" le confesara un cúmulo de veces la estima y cariño especial que siente por "B"?). La verdad, me he cansado de tratar de entender las majaderías de Diego. No me importa por último, si lo que dijo fue en serio o no. Porque si quisiera entenderlo, tendría también que analizar no sólo sus "anomalías", sino también las mías. Como por ejemplo, todas las veces en las que tontamente perdí mi tiempo escuchando sus "desventuras" y trataba de consolar sus penas, sólo porque una u otra chica que conocía y (dizque) le gustaban, no le prestaba atención.

Tendría que analizar también todas las veces en que gasté -además de tiempo- parte de mi dinero en ir su encuentro, sólo para cumplir su estúpido capricho de querer verme y pasar juntos el resto de la tarde, contándome las sandeces que se le ocurrían en ese momento; o por último, sólo porque se le antojaba que un tonto útil como yo perdiera el tiempo junto a él, hasta que encontrase algo más interesante que hacer. Tendría también que considerar las veces en que yo me di el trabajo de comprarle obsequios y videos (DVDs), solo para darme el gusto de verlo sonreír. O las otras tantas ocasiones en que le regalé varios CDs (de los que ya perdí la cuenta) especialmente confeccionados en compilatorios con mis canciones favoritas, sólo para hacerle participe de mis placeres musicales. Ni qué decir de las veces en que le "presté" dinero cuando lo requería (sin verlo nunca de vuelta, claro), sólo con la idea de querer ayudarle y no defraudarlo jamás.

¿Y qué obtuve a cambio? ¿Algún presente o atenciones similares de parte suya, acaso? Nada de eso señores. ABSOLUTAMENTE NADA. Supongo que sin darse cuenta (no me lo imagino con alguna maliciosa astucia, pues la verdad, su inteligencia no da para más) aprovechó de todas y cada una de las desinteresadas atenciones que le ofrecí. Y cuando me vi en la necesidad de pedirle encarecidamente un favor sencillo, simple, que se encontraba muy al alcance de sus manos, pues simplemente NO LE DIO LA GANA DE HACERLO, a pesar de haber dado su palabra de cumplir conmigo y sobre todo, porque someramente conocía lo importante que era para mí que pudiese ayudarme en ese momento.

Pero bueno, supongo que más adelante habrá tiempo para explayarme en ello, pues la verdad, hoy no quiero cargar este post con cosas negativas. Después de muchos días, y antes de sentarme a escribir estas líneas, hoy en la mañana decidí visitar a un "compañero", de esos que insistentemente me invitan a pasar "un buen rato". La verdad, hoy amanecí algo desganado y mucho menos quería tener sexo, pues únicamente quería conversar con él. Sin embargo, más pudo el enorme deseo que me provocaba luego de tanto tiempo sin verle, que terminamos cogiendo detrás de unos estantes de su local, en el piso, como un par de perros, hambrientos de sexo. Y a pesar del poco tiempo que dispusimos durante... , pues estuvo muy bueno la verdad.

Para cuando terminamos y salí del lugar, me dirigí a un ciber a ver qué nuevas. Me topé en mi bandeja de entrada con lo que usualmente se encuentra uno los domingos al mediodía: varios correos de webgroups en los que estoy inscrito, forwards en varios idiomas, virus attachados en sosos mensajes, otras tantas invitaciones y mensajitos francamente ridículos de los que todos ya conocemos, uno que otro mail personal por ahí... y (casi) cero contactos interesantes con quienes conversar por el messenger. Y bueno, hoy la verdad, no me encontraba tan interesado en visitar otras webs de contenido más interesante, así que ingresé a esa aberración de página llamada Hi-5. Para cuando terminé de ver allí una que otra foto de mi obsesión imposible en estos momentos (su nombre es Roger, ya hablaré sobre él en su debido momento), dedico entonces unos minutos en revisar (como nunca) esas tonterías de testimoniales que han colocado en mi perfil otros contactos, que estúpidamente este sistema rotula como "amigos". Me detengo en el más extenso de todas, uno que reza que soy uno de los mejores amigos que ha conocido en su vida (sic), que soy y seré siempre su hermano del alma, y que "ya nos desquitaremos en el próximo Matsuri que se nos viene el 2005" (quienes han leído este blog desde meses atrás, no podrán evitar junto conmigo, esbozar una patética sonrisa al leer esta declaración). El autor de este atropellado testimonial no podía ser otro que Diego. Creo que la última vez que visité su Hi-5 fue por la misma época en que discutimos por vez final. Y como muy pocas veces en estos meses, decidí saciar mi morbosa e insufrible curiosidad visitando su profile una vez más.

De arranque, me recibe en su portada una imagen no suya, sino más bien de unos muñequitos japoneses que supongo serán unos robots o algo así (cosa que nunca me interesó y que ahora menos que nunca pienso entender de qué se trata). Leo algunas cosas que ha escrito describiéndose, como parte de su perfil. No me detengo mucho en eso, pues conozco lo pobremente que Diego sabe expresarse, peor aún si de hablar de él mismo se trata. Por ahí diviso unos nuevos testimoniales que compañeros suyos (de su universidad, supongo) han escrito sobre él. Ya podrán imaginarse: "eres lo máximo Diego..." "mi hermano del alma..." "cuándo nos tomamos unas cervezas..." y chorradas como esas, redactadas de una manera poco iluminada -y con pésima ortografía, por cierto-, pero que a Diego poco le importa y que muy por el contrario, seguirá presentando con mucho orgullo (lo sé) a todos y cada uno de sus "amigos" para que se animen a publicar más y más huevadas en su tristemente célebre perfil de Hi-5.

Huevadas que en su momento contribuí a engrosar, pues alguna vez le escribí también una dedicatoria, más que nada por cumplir -luego de tanta insistencia de su parte- que por el deseo en sí de querer hacerlo por mi cuenta. Y sí, tal parece que a pesar de todo, aún conservaba mi remoto testimonial (pienso que hubiese sido mejor que lo eliminase) y con palabras que hoy por hoy, poco o nada tienen que ver con lo que siento. Expresándole mis saludos -de aquel entonces- de una forma tan vacía, como otros tantos comentarios ajenos que siguen dedicándole tan burdamente hasta la fecha... que me arrepentí profundamente de haberlo firmado alguna vez. Pero sobre todo, abochornado de ver publicado mi testimonial entre tantas otras dedicatorias ajenas, francamente para el olvido. Hubiese querido borrarlo, pero la verdad no sé como. Creo que eso no se puede hacer ya, salvo que el mismo usuario de Hi-5 lo seleccione y elimine. Y sería ridículo a estas alturas, pedirle a Diego algo semejante. Pensé entonces en modificar mi propio perfil y eliminar cualquier vestigio suyo entre mis contactos. Borrarlo de mi lista de "amigos" y eliminar su disléxico y artificial comentario sobre lo que yo "inspiraba" en él, cuyo real trasfondo no era otro más que alentarme a publicar ese vergonzoso comentario mío en su página, sólo para alimentar su alicaído y estúpido ego.

Mas, ¿por qué tendría que seguir perdiendo mi tiempo en "filtrar" los mensajes de Diego de una pagina tan insulsa como él? Afortunadamente, sólo bastaron unos pocos minutos para descubrir que esta ridícula web tiene una opción de autoeliminación. Decidí entonces regresar por última vez a mi perfil. Noté que en ella había agregado a más de 50 "amigos" (la gran mayoría gente que ni conozco o sé algo de ellos) y unos cinco o seis testimoniales que daban la cara por mi "popularidad" -según los estándares de inteligencia de un usuario de Hi-5, claro está-. Como era de esperarse, casi todos ellos posteados por "cortesía" y por cumplir con la invitación (o presión más bien, diría yo) de inmortalizar un comment. Me detuve nuevamente en el post mas largo de todos, el de Diego. El mismo post que me consolaba días y noches atrás, durante una de las depresiones más profundas que he podido experimentar hasta la fecha. Pero hoy -a Dios gracias- todo eso ya no importaba. Para cuando minutos antes, visité la galería de fotos que subió Diego en su perfil, noté que nuevamente se había dado el trabajo de colgar unas imágenes (algunas nuevas) que capturaban momentos departiendo junto a sus compañeros universitarios, otras tantas junto a la tipa esa, la misma que lo rechazó sin piedad cuando éste le propuso ser pareja... y hasta una fotografía que podría generar ciertas suspicacias, en la que sale abrazando muy apachurrada y exclusivamente a otro -supongo- compañero de estudios (más feo que yo, dicho sea de paso).

Por momentos estoy tentado a pensar de que esas fotos Diego las ha colgado en su web sólo para provocarme, para encabronarme más y volverme loco de ira... pues en ninguna de ellas figuro yo (pues obviamente existen varias fotografías que nos hemos tomamos juntos y que supongo aún tiene en su poder). Debería pues, sentirme mortificado, iracundo, hasta brutalmente encojonado, con las pelotas hinchadas, sólo por el hecho de haber preferido incluir en su galería de "radiantes" fotografías de "amigos" más cercanos, a cualquier huevas o puta candelejona... menos a quien más de una vez abrazó -en arranques de arrolladora ternura- tanto en parques miraflorinos, calles sanisidrinas, como en otros tantos lugares más -de los que ya he perdido la cuenta-, mientras ejecutaba en sus dulces labios un sinfín de emotivos "te quieros" como exquisita melodía para mis oídos. ¿Cuántos pues, de estos individuos mencionados líneas atrás (individua incluida) pueden jactarse de haber disfrutado de tanta cercanía junto a Diego? De sus vigorosos abrazos, de su tibio y suave aliento refrescando mi rostro, del calor de su adolescentemente maduro cuerpo, y hasta del aroma de su colonia favorita impregnada muy fuertemente horas más tarde -incluso días- en mi prendas. Permítanme pues, por unos minutos la arrogancia, queridos amigos pero... creo que nadie, NADIE en este mundo hasta ahora, puede hacer siquiera un modesto alarde de haber calado en Diego tanto como yo... pero en fin, ese no era el punto.

Miré pues, por última vez la web de Diego y su galería de fotos que me ignoraban escandalosamente. Y la verdad, no sentí rencor. Ni el más mínimo resentimiento contra él por excluirme de esa manera, mucho menos sentí sorpresa alguna ante tal predecible e infantil actitud suya. Repasé entonces -y por última vez-, mi mensaje en su necia lista de comments y regresé a mi profile. Depurar su único mensaje y vetar su acceso a mi perfil hubiera sido una actitud bastante idiota, la verdad. A Diego le fascina que más y más gente hable maravillas sobre él en un estúpido Hi-5; a mí sólo me importa que los que quiero y me quieren de verdad se porten bien conmigo (y no que hablen bien de mí ante los demás). Diego es feliz de mostrar cuántos nuevos "amigos" han posteado en su perfil; a mí me interesa un soberano coño si algún hijo de Dios ha perdido su tiempo elaborándome un mensaje en el Hi-5. Para la existencia y entendimiento de Diego, parte de la felicidad se mide mostrándose en fotos con mucha gente "friendly", que sabrá Dios si de acá a unos años mantendrá esa misma postura sincera y amical que tan bien preconizan en más de una insensata fotografía; a mí encambio, jamás me interesó mostrarme en fotos junto a amigos, o siquiera conocidos, porque a decir verdad, prefiero estar sólo que mal acompañado.

Y así, mientras Diego sigue jugando a ser un guerrero japonés o un androide de anime, prefiero sumergirme en atender mis necesidades e intereses, antes que gastar un minuto más en detenerme a comprenderlo. Que viva pues, en su mundo de fantasía. En ese mundo en el que cree ser adorable para todo el mundo, ese mismo mundo en el que piensa que todas las chicas que le gustan, también se mueren por estar con él, pero que le fingen desinterés para pasar desapercibidas. Ojalá en todo caso que todas esas esperanzas y deseos se vuelquen satisfaciendo adecuadamente alguna vez a una mujer en la cama. Digo pues adiós a tus palabras vacías, inefable Diego. A tus promesas sin cumplir, a tus abortados sentimientos, al dulce espejismo que significó tu presencia en mi vida. Y aunque algo de mí se resiste a dejarte del todo, la sensatez me recuerda que será lo mejor pensar cada vez menos en ti.

Y así, tal como hoy eliminé por completo -de una buena vez y totalmente- mi Hi-5 personal (y todo, absolutamente todo lo que ello incluye), ese mismo perfil que tú mismo, querido Diego, me instaste a crear sólo para seguirte el juego y satisfacer tu necio placer de engrosar tu lista de "amigos"... hoy por hoy, estimado Diego, además de ello, en mi vida esta tarde he borrado algo más de ti. Y de por sí, eso ya es un buen avance.

La mejor de las suertes, queridos amigos bloggers. Nos leemos pronto.