sábado, 8 de julio de 2006

Contigo Se Va

Extrañaba a Diego. No tanto como hace un tiempo atrás, con esa enfermiza obsesión de querer tenerlo al lado mío a cada momento, cuando por ahí me invadía algún ataque profundo de depresiva soledad, pero... sí. Éstas últimas semanas estuve pensando en él, casi secretamente. Como quien trata de engañarse a sí mismo y fingir que de todo aquel volcánico sentimiento que me provocó alguna vez, ya nada quedaba, y que podría hacer mi vida tranquilamente, prescindiendo de cualquier cosa que me lo recuerde, sin ningún problema.

Lo recordaba de cuando en cuando, es cierto. Muchas veces en las noches, antes de dormir, mientras me masturbaba imaginando que algún día, él por fin daría rienda suelta a su verdadera sexualidad, encubierta en aquella anodina personalidad que se esmeró en presentarme durante estos últimos cuatro años que nos conocemos, bajo dispares y desconcertantes resultados.

No tenía noticias suyas desde marzo, cuando en los primeros días de aquel mes intercambiamos agrias palabras, como resultado ante una infantil circunstancia que por el momento no viene al caso detallar. Lo cierto en todo caso, era que nos enemistamos muy seriamente. Le dije que no me gustaba que llamara al teléfono de mi casa a las horas que le daba la gana, a pesar de advertirle una y otra vez que a ciertas horas era mejor de que no lo hiciera. Le increpé que yo no era su pareja, ni nada "raro" como para que se tome esa libertad de joderme timbrando irrespetuosamente ese teléfono más allá de las once de la noche, despertando e incomodando a todos los que la habitamos... Pero a él igual, lo mismo le daba. Y todo por el simple hecho de que el niño solía hacer lo mismo con cualquier otro amigo suyo, y que con ninguno de ellos había tenido problemas o recibido quejas al respecto.

Mi enojo no quedaba allí. Le hice ver que por esa estúpida actitud suya, era un maldito desconsiderado con mi familia. Y peor, que por esos días se estaba convirtiendo en un jodido de mierda por insistirme una y otra vez en que le devuelva unos devedés que me prestó semanas atrás y que paradójicamente, nunca se me había ocurrido pedírselos, pero que lamentablemente por falta de tiempo, no pude darme abasto de entregárselos de una buena vez, y que por fin me dejase de cargosear por esa estupidez de una puta vez.

También le solté que era un maldito ingrato por haberle pedido un favor que luego de tenerme esperando buen tiempo, al final no le dio la gana de hacerlo (y fiel a su estilo, bajo un culo de pretextos poco verosímiles). Todo ello cuadraba muy bien para que luego de aquella discusión, no nos volviéramos a dirigir la palabra por tiempo indefinido. Jamás volví a tener noticias suyas, ya sea por teléfono, email o messenger. Y la verdad, no me importaba si me hubiese bloqueado o eliminado de su lista de contactos. Mas si alguna vez, luego de este incidente, se le ocurriera volver a hablarme, pues mínimo que tendría que ponerse de hinojos ante tanta desfachatez suya de comportarse conmigo, de esta manera tan hijo-de-puta.

La verdad, ya estaba harto de él. Tal como iban las cosas, jamás hubiéramos llegado a algo. Su actitud ambigua, más que hartarme, ya me estaba aburriendo. No me salía a cuenta que Diego sólo quisiera verme para contarme que tal o cual fulana le gustaba, pero que por enésima vez, ella lo trató mal porque conoció a otro tipo que era "más simpático que él" y bla bla bla. Una historia que me sé de memoria y que al parecer, nunca dejaba de ocurrirle, para desgracia de mis oídos.

Creo que esa fue la oculta (pero fundamental) razón por la cual corté cualquier conexión con Diego estos últimos meses. Si él nunca me hubiese gustado, creo que las cosas hubieran sido más fáciles. Como amigo, es divertido, honesto, tierno e inocente hasta el tuétano. Pero tomarlo en cuenta para algo más y asumir el papel de confidente suyo, de ver pero no tocar, no obstante tener la palabra exacta para decirle casi siempre que "mañana será otro día...", la verdad cansa. Sobre todo cuando te das cuenta que sientes algo muy fuerte por él y no tomas las precauciones necesarias para no ahogarte en una vorágine pasional, tal como la que experimenté hace aproximadamente un año atrás.

En fin. Estos días que he tenido algo más de tiempo como para dedicarme a mis pasatiempos, retomé cosas que había dejado de lado. Como por ejemplo, escribir más seguido en este blog, continuar con el otro que dejé pendiente, encontrarme con amistades que hace buen tiempo no veía (¡por fin, Braian!), y otros innumerables etcéteras. De cuando en cuando me preguntaba cómo estaría Diego, si todo marcharía bien, si las cosas en su casa o en los estudios estaban manejándose de la mejor forma... Una curiosidad harto comprensible, luego de haber sido el confidente absoluto de muchos de sus pesares por un buen tiempo. Mas, sin ninguna palta o rollo que lamentar, asumí que si este niño no me escribía o llamaba, era porque sencillamente le estaría yendo maravillosamente bien y que por lo tanto, no necesitaría para nada que yo me manifestase escribiendo o llamándole para saber qué novedades con él.

Estas últimas semanas que estuve de tiempo más holgado, lo recordé más intensamente. Quería saber de él, verle de nuevo, luego de la última vez, casi cinco meses después, pero... si bien es cierto que las ganas eran latentes, tampoco eran absolutas. Me hubiese gustado que él se comunicase de alguna manera (única posibilidad para contactarnos otra vez) para responderle con la debida cortesía y reiniciar nuestra "relación". Sin embargo, como no se manifestaba, no me pareció prudente ni correcto "arrastrarme" otra vez para reencontrarnos. Y por unos instantes, imaginé que probablemente Diego habría encontrado alguna otra tipa en la cual perder el tiempo y quién sabe, a lo mejor esta nueva fulana le habría dado el sí, y que por fin se cumpliría el sueño dorado de toda su vida: el de tener enamorada.

Hoy sábado 8, entré al ciber con el único propósito de actualizar este blog. Me conecté además al messenger con la intención de quizás, con un poco de suerte, encontrarme con alguno que otro amigo al que hace buen tiempo no le converso por la red y hurgar en una que otra cosita más por ahí.

- A los años.

Me dirigí a la ventanita donde procedía este saludo. ¡Mierda! Era Diego.

- Qué tal las cosas, me imagino que bien... -prosiguió.

El corazón comenzó a latirme violentamente, tal como hace buen tiempo atrás

- Si, gracias por preguntar, espero que te haya ido igual. -respondí.
- Por mi parte te cuento que pasé mis cursos de la universidad, no imaginas cómo, fue casi una proeza, pero ya acabó pues...
- Imagino que así fue, bien por ti.
- Qué novelas, cómo te ha tratado la vida...

Su pregunta me causó gracia. Me dieron ganas de alcanzarle la dirección de mi blog para que se "actualice" al respecto. No he dejado de escribir sobre mí por casi un año, y esa interrogante suya me parecía fuera de foco, hasta paradójica. Obviamente nunca ha leído uno de mis post. Y por lo que lo conozco, creo que jamás se tomaría el trabajo de hacerlo.

- Novelas, no muchas... -respondí- Quizás lo más interesante que me esté pasando en estos días es volver a dedicarme a uno que otro hobbie que hacía antes, nada del otro mundo. Mas bien tú ¿todo bien contigo? ¿con tu familia? ¿todo ok?
- Si, todo bien.

De pronto y sin anestesia, el rumbo de la conversación trasmutó.

- Tengo enamorada.

Su confesión me dejó estólido. Precisamente hace unos días, me pasó por la cabeza esa remota posibilidad. Y ahora, Diego mismo me lo estaba confirmando. Y en tiempo real.

- Es rebuenísima gente, la quiero mucho.

Continué impávido. Sentí como si a mi alrededor me gritasen que reaccionara de alguna forma. Un grito, un arranque de furia, un insulto, cualquier respuesta... pero no. Sinceramente, no sentí deseo alguno de reaccionar con un exabrupto. Su declaración me sorprendió, es cierto. Pero también me hizo sentir algo inexplicable. Mas puedo asegurar que nada de ello se acercaba siquiera al dolor o a la decepción. Lo único que lamenté en todo caso es que sus labios, esos tiernos labios que alguna vez soñé serían únicamente míos y que imploré al Altísimo por el privilegio de probar su néctar una preciosa mañana, ya no serían castos nunca más. Como cuando los vi y deseé por primera vez.

- ... aprobé mis cursos. Bueno, antes de que eso pasara, obvio que fue un infierno en casa. Y cuando por fin aprobé, sentí como si mi vida se arreglara...

Diego seguía escribiendo, pero yo no sabía qué decir, qué responder. ¿Preguntar quién era la tipa a la que se refería? No gracias, ya pasé por esa etapa masoquista que en verdad, no se la deseo a nadie. Pero tampoco podía ser un falso de mierda y desearle felicidades por su nueva parejita. Sobre todo si existía una tipa que logró alcanzar y disfrutar en poco menos de cuatro meses, lo que yo no pude conseguir en cuatro años. Ella, quienquiera que fuere, había ganado el cuerpo de ese joven que por más de mil noches, gobernó cada una de mis más enfebrecidas y orgiásticas fantasías. ¿Atreverme a preguntarle desde cuándo...? ¿Cómo así...? No, no lo quiero saber, ni me interesaba entrar en detalles. Has tu vida cholo, pero no me pidas que te aplauda. Peor si es gratis.

- Bien por ti - digité.
- Y bueno, entré a conectarme viendo unas cosas, aparte de que también cambié de correo, porque el otro parece que me lo hackearon. Por eso es que por este correo casi ya no entro. Te doy el nuevo...

No me interesó pedírselo. Después de todo, ya para qué.

- ...además de amanecidas interdiarias con los libros, de perderme en el tiempo al no llegar a saber qué días tenía clases o qué días tenía evaluaciones y que con eso se definía mi vida...

Cholito, no me interesa. Ya tienes quién se entere de tus cosas. No me gustan los platos de segunda mesa.

- ¡...qué stress, Dios! Y para variar, salí el martes de vacaciones y mi papá ya quiere que empiece a estudiar este lunes...

No estaba molesto, pero tampoco me sentía feliz. Sabía que este día, tarde o temprano llegaría. Mas en mi ingenuo corazón, creí que esta situación jamás se presentaría tan pronto. Imaginaba que enterarme de algo así, ocurriría por un mail de Diego, de acá a unos cuantos años. Cuando probablemente él radicase en el extranjero buscando una oportunidad de trabajo, tal como hacen la mayoría de los peruanos en estos tiempos.

- ...aparte de eso, pues subí de peso. Pero no tanto como antes... es que es la única forma de soportar las amanecidas, con el frío que hace por mi casa, je je je... -proseguía él.

No me nacía preguntarle nada. Estaba seguro de que él se moría por darme detalles de su "buena noticia". Lógica algo estúpida, si tomamos en cuenta que casi un año atrás, me le declaré y con todo el bochorno del mundo. Pero Diego nunca se ha caracterizado precisamente por gozar de una perspicacia digna de resaltar. Así que, ni intento imaginar qué cualidades habrá considerado para escoger como pareja a una chica "rebuenísima gente". Sin embargo, nobleza obliga. Y por cortesía me animé a soltar unas cuantas palabras.

- Bien, me alegro por ti. Mis novedades en todo caso no son tan trascendentales. Quizás un día, cuando tenga tiempo, te escriba lo que ha ocurrido conmigo.

Cosa que ni cagando pienso hacer, dicho sea de paso. Si quiere saber sobre mí, pues que busque en google o lea este blog, por último. Además, estoy seguro que lo último que pueda interesarle a él en estos momentos, es saber precisamente sobre mí.

- ...bueno, aprobar tiene sus ventajas, por eso hoy día me voy de paseo con mis tíos. ¡Yeah! Como siempre, la gentita nice que visita San Isidro, ja ja ja...

Bueno, al menos no me dijo que se iba con la tipa. "Mal de muchos..." dice el refrán.

- Entonces, me voy yendo. Tengo que hacer unas cosas... estamos hablando, saludos...
- Ok, chau.
- Mas bien ya sabes, cualquier cosa, un fonazo...

Sí huevas, espera sentado nomás... pero ¡Un momento! ¿Me parece o acaso esta conversación presenta leves tintes de provocación? ¿Me estaría hablando únicamente para pavonearse ante mí de que ahora tenía enamorada? Y de ser así... ¿por qué?

No, no y no Mauricio. Si es o no así, es lo de menos ahora. Sea esto parte de una infame mentira o una cruda realidad, no puedes pisar el palito otra vez. Aunque a decir verdad, hace buen tiempo que no me nace hacer algo por Diego, aún así se tratase de pisar palitos e incluso minas personales.

- Fue bueno hablar contigo, aunque sea sólo por un toque. Chau. -se despidió.

Hasta ahora me pregunto si después de todo, fue bueno hablar con él. La verdad, no lo sé.

¿Alguien sí?

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Yo creo que para todos está claro que Diego quiso ver tu reacción.

Josega

:)

Ramiego dijo...

A veces imagino todo lo que hace Diego por figurar en este blog, je je je... en todo caso me gustaría saber por qué quería ver mi reacción.

Gracias por tu comentario, querido Josega.