domingo, 4 de setiembre de 2005

Tantas Veces Vicente

Tal parece que este domingo no ha sido mi día de suerte. Desde el arranque, ni bien desperté, voy al baño, me miro al espejo y reviso mis dientes, pues desde que me levanté de la cama tenía la extraña sensación de tener algún resto de comida o algo parecido por ahí. Grande sería mi sorpresa cuando veo que precisamente al lado de uno de mis dientes inferiores (precisamente en una de las encías) surgía una hinchazón terriblemente escandalosa que quién sabe cómo pudo originarse tan de la noche a la mañana. Parece una ampolla, un chupo, una cosa horrorosa inflamada entre mis dientes y que da una incomoda sensación de tener algo extraño alojado ahí.

Mientras lamento que precisamente hoy se le haya ocurrido aparecer al quiste y joderme la boca, me dirijo a una botica cercana a consultar qué mierda puede ser eso -cosa que por cierto, nunca antes me había aparecido-. Y mientras me encamino a sacarme la duda de una buena vez, por momentos comienzo a temer lo peor.

El encargado del establecimiento me dice que esa hinchazón es normal, propia de una encía irritada por algún alimento alto en grasas, o bien producto de un muy enérgico cepillado dental. ¿Qué hacer? Lo típico, tomar un desinflamatorio que baje el terrible aspecto que tiene la ampolla y otro medicamento que prevenga alguna posterior infección. Y la verdad no soy muy amigo de consumir pastillas sólo por un quítame-esta-paja. Afortunadamente, cuando busco una segunda opinión (casera), ésta me dice casi lo mismo, que se trata de una hinchazón nada del otro jueves, que no se me ocurra manipularla y que un poco de algodón entre la encía y los labios por unas horas, desinflamará de un momento a otro mi tragedia del día.

Me apenaba el hecho de que precisamente me ocurriese este percance justo hoy domingo, cuando ya había quedado para verme con Vicente. Bueno, Vicente es el amigo que comenté en el post anterior. Es un señor algo maduro y que mal que bien ha llegado a formar parte de mi vida. Lo conocí si mal no recuerdo por marzo de este año en respuesta a un anuncio que envié en uno de esos tantos groups que pululan por la red. Un día se me ocurrió postear allí (como muy pocas veces) un mensaje para conocer hombres maduros, mayores de 35 años que estén interesados en mantener amistad con alguien de mi edad y caracteristicas. No detallaré aquí el por qué de mi empatía por los hombres maduros (especialmente de 40 años para arriba), entre otras cosas, porque me parece una pregunta tan necia que me la han hecho ya tantas veces... y además no viene para nada al caso responderla ahora.

Volviendo a Vicente, cuando lo conocí, pues me alegró mucho que alguien como él fuese el que se animara a responder mi mensaje. Es un hombre maduro, ya entrando a la base seis, muy bien conservado. Y hasta donde sé, es separado y sus hijos (ya mayores) viven independientemente de él, forjándose su futuro. Aparte de que vive solo y eso es una gran ventaja, tal como descubrí tiempo después.

Al comienzo nos llevábamos de maravillas. Poco a poco y cuando comenzamos a tenernos mas confianza, resultaba delicioso encontrarme con él cada vez que me largaba de la universidad para volar directamente a sus brazos. Y bueno, debo reconocer que con Vicente, recién aprendí a besar (aparte de que -modestia aparte- me jura que lo hago muy bien). La verdad no puedo negar lo bien que la pasábamos cada vez que se me ocurría escaparme e ir a buscarlo. Y más riquísima aún la sensación de cómplice culpabilidad cuando en alguna ocasión fugaba de las fauces de la agobiante rutina académica (léase pera, vaca, no ir a clases...) sólo para esperar como loco, llamarlo por teléfono y decirle que me moría de ganas de verlo. Y tal parecía que también Vicente sentía lo mismo, pues ni corto ni perezoso me daba la bendición para ir raudo a su encuentro y pasar una maravillosa tarde juntos.

La verdad, no me esperaba que todo ocurriese tan rápido. Hace unos meses atrás me encontraba en el dilema de no saber qué hacer porque un personaje como Diego me tenía en vilo debido a su inmadura conducta... y de pronto, en un abrir y cerrar de ojos me encontraba en la cama con un hombre maduro y excelente complemento sexual que -de una forma u otra- tenía yo a mi disposición. No podía considerarme entonces poco menos que afortunado ¿verdad?

Y sí, como todo en esta vida, esta situación era demasiado buena para ser verdad (o por lo menos para que durase mucho tiempo). Luego de vivir dos intensos meses juntos en estas citas furtivas, de pronto algo cambió. Un buen día Vicente dejó de sentirme imprescindible y comenzó a reparar en pretextos que impedían concretar algún próximo encuentro. La verdad que eso me chocó. Cierto que nunca llegamos a formalizarnos sentimentalmente de forma alguna (nos gustábamos y punto, nada más ni nada menos), pero que de pronto y súbitamente te corten esta (deliciosa) rutina para hacerte de lado de formas digamos no tan convencionales (aducía entre otras cosas: el trabajo, los cursos de capacitación que se le había ocurrido tomar por esos días, la visita de amigos, familiares y demás, etc), pues la verdad sentía que con todo eso, me estaba viendo la cara de idiota. Y más de una vez se lo hice saber -tanto por teléfono como por mail- que si lo que en realidad ocurría con él era que no quería volver a verme más, pues que me lo haga saber directamente y punto, pues las reglas del juego (propuestas por él mismo, dicho sea de paso) eran claras: si queríamos seguir juntos y sin problemas, no habría por qué engañarnos ni contarnos mentiras. Él, muy seguro de si mismo, juró y rejuró que tan sólo era víctima de las adversas circunstancias y que yo me hacía muchos problemas por algo que sólo existía en mi cabeza, pues aún seguía interesado en mí.

Sin embargo, pasaron dos meses más desde la última vez que estuvimos juntos y la situación seguía siendo la misma. Sus actividades le impedían darse un tiempo para mí y la verdad eso me resintió más. No había pasado mucho desde que Diego había decidido decirme adiós (y al parecer) para siempre. Tampoco me encontraba preparado para que además Vicente me hiciese también de lado. Y todo por unas estúpidas actividades. ¿Acaso no podía acomodar un par de horas en su agenda para mí? Así continuase recalcándome que a pesar de las circunstancias aún yo le seguía importando, me pareció demasiado cínico de su parte tan objetable actitud suya.

Resentido aún por las recientes heridas causadas por Diego, mandé entonces un último mail a Vicente, resumiéndole en pocas líneas que, si sus actividades no le daban tiempo para mí, pues que era más que obvio que éstas le resultaban más importantes que lo que pudiese estar sintiendo yo. Que aquí se acababa todo y que no volviese a tomarme en cuenta nunca más. Y la verdad no creo haber obrado mal en hacérselo saber, aunque sea de una forma tan impersonal como lo es un e-mail (pues debido a sus propias trabas me hacía imposible hacérselo saber en persona).

Pasado un tiempo -para ser exactos en el mes de agosto- no se me ocurrió "mejor" idea que telefonear a Vicente para saber cómo estaba. Es verdad que lo más prudente hubiese sido no haberlo hecho, pero bueno... tenía curiosidad por saber cómo se encontraba y además en ese momento digamos que yo no la pasaba tan bien anímicamente hablando. Aún sentía los estragos del rechazo-abandono de Diego y actualmente Vicente es el único hombre al que le he comentado personalmente parte de este drama privado (ninguno de mis amigos cercanos imaginan siquiera por asomo el vía crucis que me significó sobrellevar esta terrible ausencia). Y valgan verdades, por momentos a Vicente hasta me nace tenerle un afecto como de un hijo hacia su padre. Pero bueno, volviendo al tema, para cuando decidí llamarlo aquella vez, él me respondió de muy buena gana y hasta se alegró de que me hubiese acordado de él. Escuetamente comentaré lo siguiente: dijo que me echaba de menos, que lamentaba mi actitud tan tajante de cortar nuestra relación y que prefirió no responder tan inmediatamente mi último hostil e-mail porque prefirió esperar un tiempo prudente para que se me baje el colerón y poder platicar más calmadamente las cosas.

La verdad que eso no me lo creí tan fácilmente, pero bueno, sí lo había llamado al teléfono, era obvio que sabía a qué cosas me atenía. Para cuando le pregunté si disponía de tiempo para volver a vernos y conversar -entre otras cosas- debido a lo medio depre y sin dirección que me encontraba en esos momentos, me respondió que por lo pronto le resultaba imposible (por lo menos durante ese mes), pues situaciones de índole familiar se lo impedían y que además era más que probable que viajara fuera de Lima para atender estas diligencias.

Lo que me dijo no me sorprendió. Tal parecía que la respuesta de moda de todos era sencillamente decirme NO, ya sea negarse ante cualquier sugerencia o pedido mío o cualquier otra cosa que viniese de mí. No soy paranoico, pero las evidencias hablaban por sí solas. Aparentemente el mundo -o por lo menos aquellos en los cuales pude contar en algún momento- ahora me daban la espalda.

Sin embargo, en esta ocasión Vicente me dio una remota esperanza la cual ¿debería? tomar en cuenta. Que a partir del mes siguiente, cuando se desocupase de todas estas actividades con las que tenía que cumplir, volviese a comunicarme con él para acordar un próximo encuentro. ¿Debería contar con ello una vez más? ¿Faltaba determinación o dignidad de mi parte si volvía a tomarle la palabra? Quizás sí. Lo cierto es que, pasado ese tiempo, cumplido exactamente el día de ayer, se me ocurrió marcar su número nuevamente.

Me hubiese gustado luego de llamarlo volar inmediatamente a su casa, pues las ansias de querer volver a verlo me carcomían cuerpo y alma una y otra vez. Desafortunadamente cuando Vicente contestó mi llamada y ante mi arrojada proposición de querer verlo inmediatamente, respondió que precisamente esa tarde resultaba imposible pues más noche había un partido de fútbol por la televisión (¡!) y no quería perdérselo (si, ese vergonzoso partido Perú-Venezuela cuyo bochornoso resultado no pienso comentar aquí, pues me queda algo de sangre en la cara todavía). Propuso entonces que esperásemos 24 horas más para disfrutar juntos la tarde del domingo. Me apenaba la idea que me dejase de lado (otra vez). Y todo por un estúpido partido de fútbol (¡Hombres! Al carajo con ellos). Pero no podía dejar de excitarme con la idea de volver a pasar una deliciosa tarde juntos, tal y como solíamos hacerlo en nuestros mejores momentos.

Y heme aquí, hoy domingo, con las pilas algo bajas por pensar demasiado en la morbosa idea de encontrarme con Vicente y calmar mis ansias haciendo justicia con mi propia mano. Y lo que era peor, el madito furúnculo éste, justo tenía que aparecer hoy para terminar de cagarme la tarde. La verdad es que desde que descubrí la ampolla en mi encía, de arranque me arruinó el entusiasmo pues obviamente este "detalle" sería un impedimento para el encuentro con mi maduro galán. O por lo menos dificultaría en algo disfrutarlo tanto como yo hubiese querido. Sin embargo ya había dado mi palabra de que iría a buscarlo, así que no había marcha atrás. Ya había esperado esta cita desde más de tres meses atrás. Y lo peor que podría ocurrírseme era precisamente llamarle para posponer todo... y sólo porque me había salido un maldito absceso en la boca de apariencia espantosa precisamente hoy y que me hubiese impedido besarlo con toda la pasión caníbal que tengo macerada dentro de mí desde ya buen tiempo atrás. ¡Perra suerte carajo!

Para cuando lo llamé hoy, listo para confirmarle que en una hora más o menos me aparecería por su casa, Vicente algo preocupado me comenta que le resultaría imposible verme hoy, pues se presentaron problemas de salud de un familiar (y van...), pero ofrecía posponer una vez más nuestro encuentro para mañana lunes por la tarde.

La verdad y en vista de las circunstancias, no lamenté tanto que postergara nuestra cita de hoy por la tarde (sobre todo por mi súbito percance). Ojalá nomás que esta maldita hinchazón de la encía me desaparezca mañana de una buena vez. Nunca antes me había aparecido algo tan feo en la boca y fuese lo que fuese, si tenía que aparecerme alguna vez... pues carajo, que lo haga cualquier otro día. ¡¡¡ ...pero no justo el mismo día que tengo un encuentro pendiente con mi lover !!!

Hasta mañana en la tarde, querido Vicente. Ojalá que por fin podamos vernos. De verdad que lo ansío... y espero que tú también.

12 comentarios:

Isabella dijo...

Hola Mauricio, por què este nuevo Blog? :o

Espero que te haya bajado la inflamaciòn, alucina que eso me pasò una vez en un campamento, despertè con una encìa inflamada con un globo y lo peor es que ahì estaba el chico que me gustaba en ese entonces, arg!. Recuerdo que se me pasò al dìa siguiente.

Cómo te fue con Vicente?. Espero que no sea lo que creo...

SERGINHO® dijo...

Mauricio... leo tu post anterior.. y leo este..

suerte con vicente¡¡

CUIDATE¡

Ramiego dijo...

Isabelilla:

Pues gratísimo de saber que me hayas honrado con tu visita. La verdad que mientras cavilaba para continuar posteando en "El Futuro Se Fue", me quedaba con las ganas de comentar una que otra cosa que me había ocurrido durante el transcurso de la semana. Pienso que a quienes nos da la manía de ser bloggers no podemos quedarnos con los dedos quietos y mucho menos alejados del teclado. Así sea para contar dónde nos pescó la lluvia el día anterior o si nos fue bien el trabajo o centro de estudios.

Y bueno, como expliqué en un comment anterior, la aparición de este blog no mella en absoluto la continuidad de "El Futuro Se Fue". Por ahí que me falta acabar una que otra pincelada para su próxima entrega (que Dios mediante no pase de estos días), así que la aparición de uno no tiene que ver para nada con la continuidad del otro.

Por cierto, ¿es verdad que eres especialista en Sortilegios y Artilugios, tal y como dijo Lobito? De ser así, si no hay incovenientes, espero puedas darme la mano con un ligero problemilla que tengo por estos días.

Un beso.

Mauricio

Ramiego dijo...

Serginho:

Gracias por tu atención, sabes que siempre estamos en contacto visual vía nuestros modestos rincones bloggeros.

Un placer como siempre leerlo, maestro. Espero que su estancia por aquí haya sido de su completo agrado...

¿Que si hubo suerte con Vicente? Uhmmm, ya habrá tiempo de comentar.

Un fuerte abrazo.

Anónimo dijo...

Como un consejo, y espero no lo tomes a mal. Trata de no rogar, no llamar, no enviar e-mails si previamente te han dicho que no.

No te conozco ni sé nada de ti, pero por lo que leo, creo que deberías tener un poco más de orgullo y si te dicen que no, pues entonces no. Lo peor que puedes hacer es insistir, así le levantas el ego a la otra persona, y como que no es no?

Bueno, un abrazote. Cuidate.

Ramiego dijo...

Pues gracias por el comment querido Daniel. Todo consejo bien intencionado es válido y tomado en cuenta, de veras.

Más bien discúlpame la curiosidad, pero ¿tu pareja no se molestará de que postees de cuando en cuando en alguno de mis blogs?

Anónimo dijo...

Curiosidad disculpada, jajaja.

Por qué habría problema? Qué tiene que ver mi novio? Te explico, en una relación, dos personas se hacen uno, pero eso no implica que dejen de ser dos personas. A él le gusta el helado de chocolate, a mí el de limón, a él Will Ferrell y yo lo odio. Lo que trato de decir es que cada uno tiene opiniones diferentes, que sean un uno no significa que tengan que pensar igual.

Saludos!

Man Ray dijo...

¡Ese es el Daniel!

Yo creo que tiene razón. Tema parecido al mío, querido Mauricio.

La reina Isabella (y Dra. honoris causa, como bien sabes, gracias a sus buenas artes) me asesoró en un caso similar.

Pero lamentablemente hay cosas que mueren. Sólo se levantan para dar un soplo de vida a la esperanza y luego caen inexorablemente en la oscuridad del pasado.

Sí, Dra. Fuimos. Y por mail, como Mauricio.

No llames. Dale vuelta (a la página)

Hay vida después de la muerte. Y te lo digo mientras estoy muriendo.

Antonino Paraggi dijo...

Si no te baja eso en 2 o 3 días mejor visita al médico, los de las boticas tienden a decirte algo general y se limitan a hacer una ventas más.

Ramiego dijo...

Daniel:

Por lo expuesto has demostrado un grado de madurez, inteligencia e independecia aplaudibles y gratamente saludables. La pregunta consecuentemente maliciosa sería entonces ¿porque diantres sigues con...? Ejem... ejem... olvídalo. Pues muchas gracias por el comment. Ojalá no sea el último. De verdad.

Lobito:

Estos últimos días de la semana que está muriendo me ocurrió algo realmente sorprendente, algo que ha alterado el curso normal de las cosas. Justo cuando planifiqué continuar posteando acerca de Vicente y/o la correspondiente entrega para "El Futuro Se Fue", ocurrió un hecho que la verdad no me lo esperaba (al menos no en estos momentos. Algo que anhelaba no continuase muriendo, de pronto dio señales de vida...

¿Acaso dió el correspondiente soplo de vida a la esperanza para luego caer inexorablemente en la oscuridad del pasado? Es muy prematuro para confirmarlo, pero la verdad, me ha dejado consternado. Quizás eso afecte la continuidad de una próxima publicación en este blog. Y ojalá me atreva a tener los cojones de detallarlo en esta bitácora.

Antonino:

Lo de la hinchazón afortunadamente fue algo pasajero. Desafortunadamente (y hasta la fecha) también las esperanzas ofrecidas por Vicente. Muchas gracias por tu preocupación.

Nos seguimos leyendo, queridos amigos. Gracias a todos y cada uno de ustedes por su atención y comprensión.

Atte

Mauricio

Isabella dijo...

Oh, pues si lo soy, creo y te ayudo cuando quieras! :) para eso estamos los Bloggers.

Lobito, fue?, CHEZ! Creo que esta vez serè yo la que te prepare los fetuccini.

Paso a leer tu siguiente post Mauricio.

XYZ dijo...

Dios que post pero para mas largo =P weno por lo que he leido.. me kede en las primeras... todos tenemos un mal dia.. siempre

aveces no son un dia.. sino 2 o 3 o 4 o 5.... etc...

despues de la tormenta sale el sol ;) suerte! :D