miércoles, 20 de setiembre de 2006

After Shave


Habían pasado poco más de dos semanas desde aquella noche que vi a Diego en aquel gimnasio. Y esa misma tarde en que nuevamente nos volveríamos a encontrar, me sentía realmente furioso. Eran poco más de las 3.30 de la tarde cuando por segunda vez y en menos de 15 minutos, regresaba con dirección hacia su casa. Pude divisarlo desde una prudente distancia al pie de su puerta, con la mirada perdida, tratando de encontrar algo que seguramente le diese algún indicio sobre mí. Y al advertir por fin mi presencia, intentó recibirme ensayando una sonrisa en su aún somnoliento rostro.

- Hola.
- Hola. -contesté ásperamente.
- Oye, disculpa ¿sí? Te juro que no fue mi intención que pasara esto. Anoche me quedé estudiando toda la madrugada para mi clase de hoy, y cuando llegué hace un par de horas a mi casa, me ganó el cansancio... -decía él con voz amodorrada, mientras frotaba su rostro con las manos.
- Huevón, te pasaste... Te llamé temprano para recordarte que hoy pasaría por ti a las tres y me dijiste que normal. Y cuando vengo acá, me quedo tocando la puerta, el timbre, las ventanas... haciendo un escándalo del carajo. ¡Y nadie me atendía! Hasta el guachimán del frente y todos tus vecinos se han ganado que he estado haciendo tremenda bulla para que me atiendan... y nadie contestaba. Incluso me dije, "a este huevón le ha pasado algo..."
- Sí, lo sé... Sorry ¿sí?
- ¡Y nadie! ¡Nadie contestaba! ¡¿Acaso no hay alguien en tu casa para que atienda la puerta... o qué?!
- Seeeh... está la empleada. Pero ahora ella está en la tercera planta, en la terraza. Y desde allí no se puede escuchar nada...
- Pero huevón, tú sabías que yo iba a llegar a las tres a tu casa. Tres treinta, más tardar...
- Ajá. Pero ya te dije...
- ... Y he tenido que irme de acá, al ver que nadie ha salido a atenderme... a buscar un teléfono en la bodega más cercana, que de cercana no tiene nada porque está como a tres cuadras a la espalda, para llamarte al cel... sino, igual seguías durmiendo.
- Ya muchacho, te dije que lo siento... me quedé dormido y no fue mi intención que gastaras tu luca de más en llamarme... ¿Pasas?

Inmediatamente abrió la pequeña reja que daba acceso a la puerta principal de su casa e ingresamos hasta la sala misma, agradable estancia que siempre me gustó por encontrarse adecuadamente arreglada durante todas las ocasiones en que la visité. Acto seguido, nos ubicamos en dos sofás contiguos.

- Pucha hermano, en verdad disculpa. Sé que estás molesto por lo que pasó, pero ya te dije, anoche me quedé estudiando para una práctica que di hoy en la facultad. Si supieras todo lo que tenido que leer en la madrugada para poder dar mi nota... -contaba él, aún entre bostezos.
- Diego, no estoy molesto porque hayas tenido un día ocupado. Es más, yo te llamé temprano en la mañana, preguntándote si estaba bien en buscarte hoy a esta hora. Tú me dijiste que no había problema, por eso vine sin ningún cargo de conciencia en pasar por ti a las tres, puntual. Si me hubieses comentado que tenías algo que hacer, pues lo hubiésemos cambiado para otro día...
- No hermano, está bien... para hoy no tengo ningún problema. Es sólo que pasó esto y me quedé jato. El cansancio me ganó.
- Pero si sabías que yo iba a venir a esta hora y si tan cansado estabas, pues al menos debiste quedarte descansando acá, en la sala.
- Bueno, lo que pasa es que las cosas por aquí están de patas arriba, no están nada tranquilas. Y con tanto ajetreo por acá, mi viejita se quedó descansando en su cuarto y yo me quedé recostado con ella, al lado en su cama...

¡Putamadre! De sólo imaginar tal escena, me pregunté ¿No es él un encanto?

- Bueno, ya. Está bien. Total, ya estamos acá ¿no? -comenté menos enfadado.

A pesar de que Diego confirmaba la presencia de más personas en casa, un silencio absolutamente envidiable parecía demostrarnos lo contrario. Y aproveché unos instantes para observarlo más detenidamente. Vestía un polo blanco, de mangas cortas y largo. Lo suficiente y desafortunadamente largo como para no revelar la viril turgencia situada entre los bolsillos de aquel pantalón de buzo color celeste que llevaba puesto. Calzaba además en sus pies desnudos, unas gastadas sandalias.

- Ah, me olvidaba... -comentó e inmediatamente se puso de pie.

Como obedeciendo una orden hipnótica y previendo lo que iba a suceder, instintivamente hice lo mismo.

- Ven para acá hermano... -susurraba, mientras sus brazos me rodeaban vigorosamente, haciéndome sentir además la piel de su rostro en parte de mi mejilla. Advertí entonces la escena reflejada en un espejo situado detrás nuestro. Y como poquísimas veces, esta vez me atreví a frotar dócilmente su esponjosa y amplia espalda. ¿Habrá notado acaso, que durante esos cortos segundos, su estimulante gesto me había provocado -como en tantas otras veces- cierta "dureza" escondida en mi pantalón? Respuesta que hasta la fecha, solo él puede contestar con seguridad.

Cuando todo acabó y nuevamente volvimos a nuestros asientos, Diego comenzó a comentarme en su acostumbrado y desordenado estilo, lo que había estado ocurriéndole estos últimos días.

- Las clases de verano han comenzado fuerte en la universidad. No he tenido tiempo de nada casi... ni siquiera para llamarte y ver si podíamos volver a vernos... pensé que podría darme un tiempo para hacer lo que teníamos planeado la última vez... ¿recuerdas cuando quedamos para ir al cine? Pues eso tendrá que esperar unos días más... que se arreglen unas cosas acá en la casa primero, que como te dije, andan de patas arriba... espero que entiendas...

Lo observaba detenidamente. Sus ojitos, tras esas gafas de siempre, aún con el rostro algo cansado. Su ondeado cabello, completamente desordenado luego de salir disparado de la cama, sólo para recibirme una vez más. Poco me importaba entonces que nuevamente, sus promesas para volver a salir juntos a cualquier otro sitio -muy aparte de nuestros acostumbrados paseos- quedasen como casi siempre, en buenas intenciones.

- El punto es, que cuando me desocupe algo de esta huevada de clases y si hay tiempo, uno de estos días quedamos y nos vamos al cine como planeamos. Y para cuando todo esto acabe por fin, ya a mediados de febrero, pues ojalá que salga también lo de la playa...

Asentí con la cabeza. Sabía muy bien que en el caso de Diego, muchas de sus promesas eran palabras arrojadas al viento. Me conformé entonces con la idea de que por lo menos, existía un deseo por parte suya de que volviésemos a pasar un buen rato juntos, ya sea en el cine, en la playa o en cualquier otro lugar. Lo importante en todo caso era de que, de alguna forma, sentía que Diego me "pertenecía". Y lo más maravilloso, que todo era por libre albedrío. Sin haber forzado para nada a que las cosas resultaran así. ¿Podía sentirme entonces con derecho a exigirle aún más?

- Ok. Entonces cuando tengas más tiempo, normal. Me pasas la voz y ya vemos qué se hace, lo sabes...
- Claro broder, más bien disculpa por lo que te hice pasar hace un rato... cuando te vi llegar se te veía bien serio, la verdad que me asustaste bastante...
- Ja ja ja... estaba un poco asado, es cierto. Pero no tanto... además ¿qué se supone que te iba a hacer? ¿pegarte o algo así?
- Ja ja ja ja...

Reímos por la ocurrencia. Definitivamente la tensión de hace unos minutos se había esfumado. Me encantaba verlo reír así, tan libre, tan feliz. Y sobre todo, ser yo el responsable de notarlo muy radiante, con esa sonrisa suya tan característica, de oreja a oreja. Si mi relación con Diego alguna vez alcanzó la gloria, éste era precisamente uno de esos momentos.

- Y ahora que estás con el tiempo más apretado ¿cómo haces para seguir yendo al gimnasio? -pregunté.
- Ya no voy. El tiempo no me alcanza. Y con las cosas que están pasado en casa, la verdad que no he tenido cabeza para volver por allá...
- Pucha, qué pena...

Diego seguía charlándome de otras cosas relativas al agitado ritmo que llevaba por esos días. Su familia, sus estudios, su rutina, su hartazgo. Y yo, como fiel confidente, atinaba a oírlo muy atento mientras visualmente devoraba cada centímetro de su estimulante superficie. Su enrevesado y limitado cabello, la copiosa y áspera textura de su mentón y mejillas aún sin afeitar, su grueso abdomen lamentablemente escondido tras aquella delgada prenda que llevaba puesta, su blancos y velludos brazos que... ¡Un momento! ¡Qué miérrrrrrrrrrrrrrrr...coles había pasado?

- ¡Oye! ¡Qué te pasó en los brazos? -le increpé alterado, señalándolos.
- ¡Ahhhhh! Eeeeeeeso... Me los afeité.
- ¡¡¡¡¿¿¿¿QUE TE LOS... AFEITASTE????!!!!
- Ajá. Si. ¿Por qué...? ¿Hice algo malo...? -preguntó temeroso ante mi evidente iracundia.
- Putamadre.... este huevón...

Me sentí devastado. ¡¿Cómo un oso tan delicioso como él, había decidido cometer semejante crimen de RASURAR sus velludos brazos?! ¡¿En qué cabeza, Dios mío...?! ¡¿Cómo chucha podía habérsele ocurrido tremenda insensatez? Me dolía ver en ese momento sus preciosos brazos, antaño viriles, lleno de deliciosos y copiosos vellos en su blanca piel... hoy sonrosada y aún irritada por tal vejamen a su apariencia.

- Estaba harto de esos pelos. Y con este calor, sólo me sofocaban más. Así que hace un par de días agarré el afeitador y me los bajé... je je je...

Mis ojos aún no podían creer lo que estaban viendo. Y la consternación por la que estaba pasando aquel momento, debió de ser tan notoria que Diego mismo trató de romper el silencio que había provocado su inefable conducta.

- Ya hombre... no es para tanto... además, ni que me hubiera depilado permanentemente...

¿Cómo podía decir tan fácilmente que LA CAGADA que había hecho NO ERA LA GRAN COSA? Era un terrible atentado contra todo, contra mí. Era algo tan anormal, tan contranatura... Una tremenda estupidez producto de una demencia temporal seguramente (y ojo, lo digo en serio). Ahora, los riquísimos brazos de Diego sin sus excitantes vellos, se veían inertes, como mutilados, sin vida. Sin ese delicioso encanto que deleitaba mis sentidos cada vez que lo tenía frente a mí. Ahora esos brazos, antaño lanudos y viriles, hoy se veían como los de un "delicadito" más.

- No fue tan fácil la cosa, tuve que rasurarme no sólo brazos, sino también piernas, pecho, estómago...

¡Mierda! No quería seguir oyendo grandísima e infame crueldad. Un oso delicioso... completamente rasurado. Me dieron ganas de gritarle allí mismo, sin importarme si me escuchaban o no su mamá, su empleada o quien fuere que estuviese en su casa aquel momento.

- Puta, Diego... -respondí, tratando de bajar la voz lo más que pudiese evitar- Lo que has hecho... es bien... bien...
- Bien que...

"Bien hijo de puta", pensé instintivamente.

- ¡Que se te ve bien GAY, eso es lo que pasa...! -le solté.
- Ja ja ja... tampoco es para tanto, ah.

Quería sacarle la mierda allí mismo por semejante insolencia. Aún no podía creer que pudiera ser capaz de haber perpetrado "eso".

- Hubieras visto la inmensa ruma inmensa de pelos que me saqué. Pelos y pelos esparcidos por todo el piso de mi cuarto. Supieras que jode ser tan velludo a veces...

Con una mano cubriendo mi boca y aún bajo un gesto de incredulidad, apenas se me ocurrió soltar un comentario más.

- Sólo te faltaron los sobacos, seguramente...
- Ehhhhh... je je je... sep, también me los rasuré. -asintió sonriendo, no sin cierto pudor.

¡Putamadre! Lo que tenía al frente mío aquella tarde no era Diego. Era una queer.


* * *



Minutos más tarde, Diego regresaba a la sala donde nos encontrábamos. Traía algo entre manos.

- Acá están tus fotos. También traje las que nos tomamos en Larcomar para que las veas...

Mi álbum de fotos. No lo veía desde la última vez en que se lo entregué a Diego, aquella tarde post-navideña.

- Perate, perate... déjame ver primero cómo salieron tus fotos de Larcomar...

Observé cada una de aquellas imágenes. La mayoría de ellas mostraban a Diego, al lado únicamente de los adornos navideños que los negocios del lugar acostumbran colocar por estas fiestas. Y tres o cuatro fotos más en las que figuraba quien escribe, ya sea al lado suyo, o sin compañía.

- Me gusta esta foto tuya... por mí fuera, me la llevaría.
- Noooo, ahí salgo muy gordo, ésta está mejor...

Como siempre, las fotos en las que más guapo me parecía lucir él, no eran las mismas que a Diego le agradaban. Y viceversa.

- Más bien, respecto a tus fotos, me tomé el trabajo de intercambiarte algunas en las que salgo yo, por algunas mías en las que sales tú...
- ¿Cómo? -pregunté sorprendido.

Era cierto. Inmediatamente revisé mi álbum de fotos y noté que varias de ellas en las que salía Diego (más precioso que nunca), sencillamente no estaban. Al niño no se le había ocurrido mejor idea que "intercambiarme" aquellas en las que sólo salía él... ¡colocándome en su lugar fotografías suyas, pero en las que no salía él, sólo yo!

- Creo que me parece justo. Total, no creo que te hagan falta fotos donde sólo esté yo...

¡¿Qué tenía este huevón?! Aparte de los vellos, ¿se había rasurado además las neuronas o qué? ¿Qué clase de lógica estaba usando para llegar a una conclusión tan absurda? ¿Perder así nomás tan preciosas instantáneas de Diego... sólo porque sí? Y por último ¿de que me sirven fotos en las que sólo salgo yo, como perro sin dueño... sin nadie al lado mío? Por más narciso que fuera, francamente.

- Oye Dieguito, creo que no me parece lo que has hecho. Para comenzar, esas fotos con las que te quieres quedar son mías, y por más pata mío que seas, no puedes tomarte así nomás la libertad de quedártelas porque sí...
- Pero te las estoy intercambiando... te las estoy canjeando por fotos mías, pero en las que sales sólo tú.
- No es eso Diego. Estas cosas se consultan, no puedes apropiarte de algo que no es tuyo sin siquiera haber consultado. Si querías quedarte con mis fotos, me hubieras avisado y te alcanzaba unas copias para ti.
- Pero... ¿para qué querrías tú unas fotos en las que sólo salgo yo?

"Para darme unos tremendos pajazos todas las mañanas", pensé en espetarle ante tal absurda pregunta.

- Porque forman parte de un lindo recuerdo para mí, por eso. Mira, hagamos algo. Si quieres, te saco unas copias de las fotos con las que pensabas quedarte ¿ok? Tengo los negativos, así que por ese lado no hay problema. Dame unas semanas y solucionamos esto en un dos por tres.
- Esta bien. -respondió desencantado.
- Hasta ese entonces... estas fotitos regresarán a donde pertenecen. -comenté mientras regresaba a mi álbum las fotos que Diego intentaba despojarme. Le entregué a su vez, todas las imágenes suyas por las cuales había intentado hacer su infame "intercambio".

- De acá a unas semanas, te saco las copias que quieras, pero estas fotos valen mucho para mí, de verdad. -le comentaba mientras observaba una de las que más me gustaban. Aquella de la "mirada cautivante, en un interesante gesto entre adusto y sonriente". La misma que cuando vi por vez primera, comprendí que era la mejor fotografía que pude haberle tomado a Diego en toda mi vida.

"Jamás voy a perder esta foto, así me corten los huevos", pensé.


* * *



Media hora más tarde, nos encontrábamos en la custer que nos llevaría al destino de siempre. Él, sentado como siempre al lado de la ventana, observando el desordenado movimiento de las calles por esas horas. Y yo, a su costado, tratando de perder mis pensamientos en cualquier cosa, menos en observarle mucho. En otras ocasiones era una delicia ver sus gruesas piernas enfundadas en el holgado pantalón que llevaba puesto; la inseparable mochila en su regazo, algo sucia y raída por el uso diario; los brazos velludos que celosamente la resguardaban... y que hoy ya no lo eran más. Era un vejamen, una cruel paradoja lo que tenía ante mis ojos aquel momento. Y tal situación no dejaba de hacerme sentir inquieto.

- Qué pasa...
- Nada... no pasa nada. -sonreí.
- Entonces...
- Es sólo que... -miré sus brazos otra vez.
- Ah, eso... putamadre... ¿vas a seguir con eso?
- No no no... es sólo que los veo y me preguntaba...
- Qué cosa.
- Esteeee... ¿tus viejos lo saben? -pregunté aliviado al encontrar una ocurrencia que me salvara el momento.
- Sólo mi viejita. Mi viejo no está en casa por estos días...
- ¿Y qué te dijo ella?
- Nada, se sorprendió un poco, pero nada más.
- ¿No te regañó?
- No. ¿Por qué tendría que hacerlo?
- Por nada, tienes razón. Espérate nomás cuando tu viejo te vea... -comenté con cierto sarcasmo.
- ¿Por qué lo dices? -preguntó risueño.
- Porque si es como me lo pintas... te va a soltar la vela verde. Te va a decir de todo...
- Ja ja ja ja... no creo.
- "¡¿Qué carajo has hecho, hijo mío?! ¡¿Qué 'chicha' te ha picado?! ¿Por qué has hecho semejante estupidez...?"
- Ja ja ja ja...
- "Me voy unos días de casa y ya comienzas a hacer huevadas... segurito que tu amigo ése, el Mauricio... ése te ha convencido para que hagas esto. Ya decía yo... ése tipo nunca me inspiró confianza"
- Ja ja ja ja...
- "Y te has rasurado toditito... hasta los sobacos... Mi hijo varón... Mi orgullo... Mi esperanza... ahora se ve como un vulgar estilista.... un sao más..."
- Ja ja ja... ya párala huevón...
- "No lo puedo creer, un hijo gay... no lo puedo creer... Debí corregirlo cuando podía... ahora ya es demasiado tarde... ¡Qué habré hecho Dios Mío!"
- Ya huevón... ya... - comentaba él, intentando contener las carcajadas.
- "Y olvidate de mi herencia, no verás un centavo de ella jamás... jamás."


* * *



Horas más tarde, en el viaje de regreso, nuevamente Diego y yo compartimos asiento juntos. El cielo veraniego de Lima comenzaba ya a oscurecer. No pasaron muchos minutos para volver a tocar el tema.

- Ya carajo ¿quieres dejar de mirarme los brazos? Putamadre... de haber sabido que me ibas a joder todo el día con esto, no me los hubiese rasurado...

Sonreí.

- Pucha Dieguito... es que es el tema del día. ¿Cómo se te ha podido ocurrir cometer semejante cosa pues? La verdad, jamás hubiera pensado que harías algo así. Y yo que pensaba que el de las ideas raras era yoni....
- Carajo ¿pero qué de extraordinario tiene que me haya rasurado los brazos?
- No sólo los brazos... disculpa. -bromeé.
- Ya, está bien. Brazos, pecho, piernas, barriga...
- Y sobacos, no lo olvides.
- Putamadre, ya basta. -respondió más irritado.
- Bueno muchacho, bromas aparte... sencillamente vayamos por la deducción lógica. No todos los días uno se encuentra con alguien que se depile o rasure todo el cuerpo. Peor si es hombre... o sea, tu sabes que esas cosas están más relacionadas a las hembritas y todo eso ¿no? Sin ofender, claro...
- Seehh... -contestó con cierto aguante.
- Además tú mismo dices que cuando te rasuraste, botaste pelos de pelos en tu cuarto... lo que habrás tenido que barrer para recoger todas esas motas.
- Bueno, no lo recogí yo. Para eso esta la empleada ¿no?
- ¡¿Cómo?! Tus pelos nos los barriste tú, sino... ¿tu empleada?
- Ajá.
- ¿Y no te dio roche que ella lo haga?
- ¿Por qué? Ese es su trabajo ¿no?
- Veste huevón...
- ¿Qué tiene?
- Cuando ella recogió tus pelusas... ¿qué le dijiste?
- Nada. Que barra el piso, nada más.
- Pucha... hartas pelusas que habrá barrido ¿no?
- Si, bastante.
- Pero igual. No sé, yo me hubiese sentido algo palteado que una chica barra mis pelos del cuarto.
- Je je je...
- Claro pues, encima tu le das más chamba de la que ya tiene. Con tanta limpieza que hacer por tu casa y tú: "flaca, barre todos mis pelos por favor... y bien barrido, ah".
- Ja ja ja ja...
- Eso es ser inconsciente, así no juega Perú pues... Además, volviendo a tu "gesta estética", a ver. Dime un solo tipo, uno sólo que se afeite las axilas. Pero hombre, ah. Porque mujeres hay un montón, esas no cuentan.

Touché. El jaque mate perfecto. Sin embargo no pasaron muchos segundos para que Diego soltara su respuesta.

- Ahhhh... a ver... hombres ¿no? Ya está: Christian Meier, Alejandro Sanz, Brad Pitt, Tom Cruise, Ricky Martin...

¡Oh my God! ¡Qué horrendos ejemplos!

- Carajo, tú sí que les para viendo el sobaco a los hombres. No conocía esa oculta faceta tuya. Interesante... -bromeé.

Sonrió. Quiso reírse, pero prefirió voltear la mirada hacía la ventana, tratando de finalizar así nuestra absurda conversación.

- El que calla otorga muchacho... el que calla otorga. -puntualicé.


* * *



Ya en la puerta de su casa y antes de despedirnos, el rostro de Diego se iluminó.

- Ah de veras... antes de que me olvide. Quería pasarte los videos que te dije la otra vez ¿te acuerdas?

Semanas antes, me había comentado acerca de una serie que había coleccionado en devedé. Eran unos discos que supuestamente contenían una interesante historia animada que en esta ocasión Diego quería compartirme. Supongo que se le ocurrió alcanzármelas, como una suerte de retribución ante el gesto de haberle obsequiado los devedés de Chickfactor. Y no tardó mucho en ir por sus discos, hasta entregármelos en mis propias manos.

- Quiero que las veas en los próximos días y de acá a unas semanas me las regresas para comentar qué tal te parecieron, ¿ya?

Asentí con cierto languidez, pues mi fuerte no es precisamente la animación en devedé. Sin embargo recordé que días después de navidad, Diego había "prometido" regalarme unos videos de temática similar (palabra que como podrán imaginar, no alcanzó a cumplir), aún sin sospechar que yo planeaba con antelación mi obsequio navideño. También consideré que en cuanto a prestar sus cosas, Diego es muy celoso. No es de dar ni confiar a cualquiera sus pertenencias. Peor aún si se trata de objetos de culto, como lo son para él sus benditos videos y películas de animación. Consideré entonces lo mucho que significaría para él, el desprenderse de uno (o mejor dicho, de varios) de sus objetos más valiosos, sólo para darme el gusto de visionarlos tranquilamente desde la comodidad de mi lejano hogar. Y ante tal gesto noble de su parte, no me quedó más que agradecerle lo más sinceramente posible. Así los videítos de marras tratasen de aburridas películas animadas, de documentales mormones, del mensaje presidencial o del sermón de las tres horas de los últimos cinco años.

- Muchas gracias muchacho. Prometo que lo veré, ni bien llegue a mi casa más tarde.
- Ok, cuidate.
- Chau.

Luego del último abrazo y antes de alejarme del frontis de su hogar, se me ocurrió agregar algo más.

- Oye, antes que me olvide: cuando quieras volver a "rasurarte"... piénsalo dos veces, ¿si?
- Ja ja ja ja... ya huevón. Chau.

12 comentarios:

Anónimo dijo...

.

Me encanta esto de que pongas el título y pasen varias semanas hasta que cuelgues el texto que lo debe acompañar.

Así, sin haber leído nada aún, ese título me sugiere varias cosas.

Yo ya no uso aftershave, pues me levantaba la cara; ahora uso crema hidratante y me va fenomenal. Pero me encanta que los hombres utilicen loción para después del afeitado. Me parece algo muy masculino, no sé si por estar asociado a la figura del hombre o porque normalmente estos productos desprenden aromas fuertes, embriagadores, en la distancia corta. Me gusta recorrer con mis dedos una cara recién afeitada.

Un beso.

Ramiego dijo...

Pues querido capitán, por lo pronto puedo adelantarte que lo que has mencionado hasta el momento, poco tiene que ver con la trama de lo que subiré en estos días bajo este inquietante rótulo.

Un abrazo de oso... sabes que cualquier comentario tuyo siempre me halaga (de más).

;)

Princesa de cuentos infinitos dijo...

Holaa!!! como estaas??? yo muuy bien!! hoy tuve examen de Quimica General, al parecer me ira bien, espero jejeje, de no ser por que olvide mencionar 3 delos 6 postulados de la teoria de Dalton creo que si podria contar con el 100 seguro jajaja, pero bueno, pasando a otro punto, me encuentro aca en la Escuela, y sabes, lei lo de la noche en Lima y eso, y justo atras de mi compu sta una Amiga (Alejandra) la cual es de Peru!!! jajaja me dijo que te dijera! y aqui me tienes!! jajaja, me retiro, tengo clase de Redaciòn!! babaae!! BEsoos!!!
Cris G. =*

Te debo el comentarioo!!

Princesa de cuentos infinitos dijo...

listo!! yo de nuevo por acaa!!! jajaja, mi clase de redacción, mmm, nada del otro mundo, problemas con el maestro por unas copias que dice que dejo para que compraramos y nada que no estan ¬¬, pero en fin, te decia, esta historia en lo personal me resulto graciosa, siento que reaccionaste demaciado ''explosivo'' aun que en realidad no lo es así, pero sabe, cuando leia lo que pensaba al momento que el te dijo que se habia depilado pues, francamente senti como que mmm una tormenta en un vaso con agua, pero pues poniendome a pensar se que sus brazos para ti pues deben de ser algo muy importante, asi que esta bien, deje lo de la sonrisa en mis labios y pase a pensar en que si te afecto!! jajajaja =)... pero no te preocupes no creo que lo vuelva a hacer... o sii?? por tu bien, deseo que no!!! jajaja, hace rato llegue de comprar unos libros que necesitaba, y venia escuchando el CD de la 5ta. Estación, algo tengo que hacer con las canciones, cierta personita y mi mente!!! jajajaja pienso demaciado en él, asi todo le queda o cosas por el estilo, pero asi, ni al caso! jajajaja, pero si tienes ''bajador de canciones'' te recomiendo.. ''La frase tonta de la semana'' y ''volverte a ver'' de la 5ta. estacion!! me gustaron mucho!! ahora si te dejo, seguire trabajando e intentando estudiar =)....
Besiitoos!! Chao0! =*

Anónimo dijo...

.

¡Qué fuerte!

¡Pero cómo se le ocurrió y se atrevió a ejecutar semejante ofensa hacia los admiradores del pelo en pecho!

Es que no sé qué les pasa a los hombres de hoy. Qué manía por depilarse. Con lo orgulloso que estoy yo con mis pelos y lo que me gustaría tener aún más para lucirlos y sentirme más machote.

En fin, cosas que pasan. Por lo menos debiste tener la tranquilidad de que le volverían a salir.

Un beso.

Anónimo dijo...

Me encanto tu relato.
llegué aca buscando fotos de tom y ricky, y me encontre con una historia simpatiquísima.
te felicito.
Sentía que estaba tras la televisión veindo el capítulo de alguna gran serie de TV.
Me reí, imaginé la situación, la disfrute montones.
Suerte en todo.
Bye

Ramiego dijo...

Definitivamente este comentario que encontre en un hi5, me parecio mas que adecuado para finalizar este episodio. Ahi les va:

No rasures los vellos de tu pecho
que son como terciopelo de azabache
al juego de mis manos que se deslizan
jugueteando al remolino de mis traviesos dedos
que te acarician con ternura en plenilunio
junto al arauca vibrador.

No rasures ni lo vellos de tus apetecibles gluteos
que son como deleite de suspiro
en equinoccio de luna llena,
al ser la identidad de tu masculinidad sensual
de tu sexo ardiente como el mio.

Yo se que esos vellos
estan en el gozo inmutable de tus deseos y el mio.
Yo se que me mostraras en privado
todos los vellos que tienes
en tus secretos mas intimos
que guardas escondidos
en las partes mas intimas
de tu cuerpo delirante de placer
que encandila al tic tac de los latidos candentes
que fluye en la boca que quema
con sabor a miel en el aliento.

Que al fin al cabo
es tu encanto desnudo
que en mi presencia
tu ausencia esta presente
como diafana luz atrayente
en plenitud de setiembre once,
dia que no olvidare,
este anio.

Que sin temor a ser timido
ni miedo a no perder la calma. escribo para ti.

Oigo de ti,
al leer tus reflexiones.
Espero por ti.

Transporte y Comunicacion
avanzan a la velocidad de la luz.

Nada es distante
cuando las ganas se juntan.

Anónimo dijo...

Pues me hace gracia ver el lenguaje tan característico del Peru. Una tierra que pude conocer (un pedacito) hace ya mucho tiempo. Sueño con ir al Cuzo un día

Anónimo dijo...

Pues sabían que ya han encontrado una nueva saga que sustituirá a Harry Potter?

Anónimo dijo...

El amante de Sobacos Masculinos rasurados.

A mi me parece que no todos somos fans de tener o de ver en otros hombres el cuerpo rasurado. Para mi es sinonimo de limpieza corporal; Principalmente en los hermosos sobacos masculinos, debajo de fuertes brasos, parte corporal esta que deben verse muy bien, para que un/una admirador/a pase su frsgil lengua sin necesidad de encontrar obstaculos que le perturben.

Anónimo dijo...

diialoooooooooo qedasts zpl beiioooooooooo

Anónimo dijo...

diialoooooooooo qedasts zpl beiioooooooooo